El ángulo de las cerezas
Lugaritz K.E., Donostia 2013
Aún así, persiste ese deseo/necesidad de relación que hace que el individuo sea uno y algo más. No necesariamente alguien más, sino una aspiración a ampliarse; a completarse, sin perder la esencia de sí mismo. Algo así como las cerezas, que comparten el mismo núcleo, al que siguen unidas por sus brotes angulares mientras están ancladas en la rama del árbol. Sin embargo cada una tiene su tallo, cada una sigue siendo un fruto único, diferente e independiente del otro.
Juan Llano Borbolla
“El Ángulo de las Cerezas” de Iván Gómez
El ángulo de las cerezas es un proyecto que triangula tres piezas en torno a la idea de aparato como cuerpo subalterno, entendiendo por tal los dispositivos que sustentan una función. Cuerpos que ponen en relación diferentes objetos e intereses, dando cuenta de cómo estos organizan las partes y cómo, en cierta manera, median y transforman la función del conjunto. El mortero de la construcción arquitectónica viene a referir en este proyecto la existencia material mediante la que se aglutinan diferentes representaciones en pos de un discurso. Así, un nido de ave y un grabado que remite a la mitad oriental del cráter lunar Theaetetus se apoyan en una estructura que se equilibra sobre una pequeña base de cemento encofrado; la disposición de esta estructura evoca la mesa de un diseñador (imagen1). Otra estructura de ángulo recto sostiene dos monitores en sus paredes. De la bisectriz emerge un metacrilato que a su vez se apoya en un saco de hormigón. En el metacrilato se encuentran los reflejos de ambos monitores, generando una suerte de tercera imagen, en referencia al montaje cinematográfico (imagen2). Por último, dos placas de hierro se apoyan entre sí formando un triángulo con el pavimento, tras el cual se sitúa una reproducción intervenida de La libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, una imagen también triangular cuya base, los caídos, se alinea con el propio pavimento (imagen3).